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viernes, 3 de abril de 2015

GUERRA DE LAS MALVINAS

Las Malvinas, un año después

Un soldado argentino que regresaba de las islas Malvinas al término de la guerra llamó a su madre por teléfono desde el Regimiento I de Palermo, en Buenos Aires, y le pidió autorización para llevar a casa a un compañero mutilado cuya familia vivía en otro lugar. Se trataba -según dijo- de un recluta de 19 años que había perdido una pierna y un brazo en la guerra y que, además, estaba ciego. La madre, feliz del retorno de su hijo con vida, contestó horrorizada que no sería capaz de soportar la visión del mutilado y se negó a aceptarlo en su casa. Entonces el hijo cortó la comunicación y se pegó un tiro: el supuesto compañero era él mismo, que se había valiado de aquella patraña para averiguar cuál sería el estado de ánimo de su madre al verlo llegar despedazado. 
ésta es apenas una más de las muchas historias terribles que durante estos últimos doce meses han circulado como rumores en Argentina, que no han sido publicados en la prensa porque la censura militar lo ha impedido y que andan por el mundo entero en cartas privadas recibidas por los exiliados. Hace algún tiempo conocí en México una de esas cartas y no había tenido corazón para reproducir algunas de sus informaciones terroríficas. Sin embargo, revistas inglesas y norteamericanas celebraron este 2 de abril el primer aniversario de la aplastante victoria británica, y me parece injusto que en la misma ocasión no se oiga una voz indignada de la América Latina que muestra algunos de los aspectos inhumanos e irritantes del otro lado de la medalla: la derrota argentina.
La historia del joven inválido que se suicidó ante la idea de ser repudiado por su madre es apenas un episodio del drama oculto de aquella guerra absurda...

Gabriel García Márquez

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